dijous, 17 de març del 2016

VALENCIA
Me digo que en París había de ser,  en donde los muros

 y los muelles 
el asfalto
 las colecciones los escombros
las verjas

 las plazas, los pasajes 
y, en cierto modo hasta los quioscos


hablan un lenguaje 


hablan un lenguaje




hablan un lenguaje



singular






donde en la soledad  que nos envuelve , 





en nuestra inmersión en lo profundo de ese mundo de cosas,




nuestras relaciones con los otros cobran la densidad  propia de un sueño 
sueño
sueño
sueño 
sueño
en el cual les espera , resguardada,
esa imagen onírica que accede a revelar su rostro verdadero

WALTER BENJAMIN, Crónica de Berlín

NOTA:
si en París , por qué no en cualquier otra ciudad  ? De acuerdo PARÍS es PARÍS, , pero VALENCIA es  VALENCIA  y yo haciendo haciendo encuentro la imagen de mi sueño , toma  ! la ves tu ?
el texto de BENJAMIN  no acaba  en ese rostro verdadero 
sigue con algo que bien puede ser el punto clave para poder   generalizar  a otras ciudades, propósito,  aquello que  el autor concreta  en una tarde  de su  PARÍS.
Lo pone fácil:

Quero hablar de esa tarde  por la claridad  con que expresó ( aquel rostro ,
 la imágen onírica ) el dominio 
que ejercen las ciudades  sobre lo que es nuestra fantasía
fantasía
fantasía
fantasía
fantasía
fantasía 
 y por qué en esas ciudades en las que todos abusan  todo el tiempo  unos de otros con tan  limitados                                     miramientos,
                                          mira mientos 

 
 esa ciuda en la que ni las citas  ni las conversaciones telefónicas, ni las visitas ni las reuniones , ni el coqueteo ni la lucha  por la vida dan  al individuo  un solo instante  para entregarse a la contemplación ,toma su revancha  en el                         
                                                             recuerdo

                                                                recuerdo
 
                                                       y ese velo

                                                                    velo
que teje  ocultamente con nuestra vida  muestra  ya no tanto la imagen  correspondiente  a las personas  como las propias de los escenarios  donde  nos encontramos con otros o, meramente , con nosotros mismos.

 



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