Me digo que en París había de ser, en donde los muros
y los muelles
el asfalto
las colecciones los escombros
las verjas
las plazas, los pasajes
y, en cierto modo hasta los quioscos
hablan un lenguaje
hablan un lenguaje
hablan un lenguaje
singular
donde en la soledad que nos envuelve ,
en nuestra inmersión en lo profundo de ese mundo de cosas,
nuestras relaciones con los otros cobran la densidad propia de un sueño
sueño
sueño
sueño
sueño
en el cual les espera , resguardada,
esa imagen onírica que accede a revelar su rostro verdadero
WALTER BENJAMIN, Crónica de Berlín
NOTA:
si en París , por qué no en cualquier otra ciudad ? De acuerdo PARÍS es PARÍS, , pero VALENCIA es VALENCIA y yo haciendo haciendo encuentro la imagen de mi sueño , toma ! la ves tu ?
el texto de BENJAMIN no acaba en ese rostro verdadero
sigue con algo que bien puede ser el punto clave para poder generalizar a otras ciudades, propósito, aquello que el autor concreta en una tarde de su PARÍS.
Lo pone fácil:
Quero hablar de esa tarde por la claridad con que expresó ( aquel rostro ,
la imágen onírica ) el dominio
que ejercen las ciudades sobre lo que es nuestra fantasía
fantasía
fantasía
fantasía
fantasía
fantasía
y por qué en esas ciudades en las que todos abusan todo el tiempo unos de otros con tan limitados miramientos,
mira mientos
esa ciuda en la que ni las citas ni las conversaciones telefónicas, ni las visitas ni las reuniones , ni el coqueteo ni la lucha por la vida dan al individuo un solo instante para entregarse a la contemplación ,toma su revancha en el
recuerdo
recuerdo
y ese velo
velo
que teje ocultamente con nuestra vida muestra ya no tanto la imagen correspondiente a las personas como las propias de los escenarios donde nos encontramos con otros o, meramente , con nosotros mismos.
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