ПРЕСТУПЛЕНИЕ И НАКАЗАНИЕ

велосипед

no se habia inventado aún si he de hacer caso a MAX AUB en los tiempos de FEDOR DOSTOYEWSKI
no obstante podria aparecer en sus relatos  alguno de sus  precedentes
lo buscaré 
no obstante mucha de la literatura  posterior a él  parece que funcione sobre las ruedas puestas por él

la via de los sueños
un nombre
MARMELADOVA

delirios

locura

motivos técnicos
artificiosos
en realidad 
me acoge 


voy como 

TRADUCTOR
historia de la bicicleta

Raskolnikof pasó en el hospital el final

de la cuaresma y la primera semana de pascua.

Al recobrar la salud se acordó de las visiones

que había tenido durante el delirio de la fiebre.

Creyó ver el mundo entero asolado por una

epidemia espantosa y sin precedentes, que se

había declarado en el fondo de Asia y se había

abatido sobre Europa. Todos habían de perecer,

excepto algunos elegidos. Triquinas microscó-

picas de una especie desconocida se introduc-

ían en el organismo humano. Pero estos

corpúsculos eran espíritus dotados de inteli-

gencia y de voluntad. Las personas afectadas

perdían la razón al punto. Sin embargo -cosa

extraña-, jamás los hombres se habían creído

tan inteligentes, tan seguros de estar en pose-

sión de la verdad; nunca habían demostrado tal

confianza en la infalibilidad de sus juicios, de

sus teorías científicas, de sus principios mora-

les. Aldeas, ciudades, naciones enteras se con-

taminaban y perdían el juicio. De todos se apo

 De todos se apo-

deraba una mortal desazón y todos se sentían

incapaces de comprenderse unos a otros. Cada

uno creía ser el único poseedor de la verdad y

miraban con piadoso desdén a sus semejantes.

Todos, al contemplar a sus semejantes, se gol-

peaban el pecho, se retorcían las manos, llora-

ban... No se ponían de acuerdo sobre las san
 De todos se apo-

deraba una mortal desazón y todos se sentían

incapaces de comprenderse unos a otros. Cada

uno creía ser el único poseedor de la verdad y

miraban con piadoso desdén a sus semejantes.

Todos, al contemplar a sus semejantes, se gol-

peaban el pecho, se retorcían las manos, llora-

ban... No se ponían de acuerdo sobre las san

mal, sobre a quién había que condenar y a

quién absolver. Se reunían y formaban enormes

ejércitos para lanzarse unos contra otros, pero,

apenas llegaban al campo de batalla, las tropas

se dividían, se rompían las formaciones y los

hombr