dimarts, 25 de febrer del 2025

 

 13 LA UNIVERSIDAD IDEAL NEWMAN

HOY LAS MARRUECAS

 De las noventa cartas, más de los dos tercios son las que Gazel envía a Ben-Beley, ocho son respuestas a Gazel y tres a Nuño; mientras que Nuño envía cuatro cartas a Ben-Beley, seis a Gazel, y tres son respuesta de Gazel a Nuño. Hay un elemento narrativo del que, por ejemplo, carecen las Cartas de España (1822), escritas en inglés por José María Blanco White, y que, siendo igual de hipercríticas, responden a observaciones del autor emigrado en Inglaterra, sin intención de contar historia alguna, desde una perspectiva que ya es más liberal y revolucionaria que ilustrada y reformista. El género adoptado no es original, ni ha sido tampoco elegido arbitrariamente; permite la posibilidad de ofrecer distintas y cruzadas perspectivas y puntos de vista: hay tres narradores, tres lectores y tres personajes. Los corresponsales que intervienen son tres y actúan como remitentes y destinatarios. Dos son musulmanes, de origen marroquí; el tercero, español y cristiano. La elección de dos extranjeros no es tampoco casual: se trata precisamente de ofrecer las impresiones que, ante España, recibe quien viene con la mirada limpia y ajena a prejuicios nacionalistas.

LO DIJISTE VEMOS CORTAS POR TODAS HASTA EN EL  CADALSO

Y UN POCO MÁS Y ME QUEDE SIN LAS WAITE

LEO LA PRIMERA 

 Y APUNTO ESTO 

LO UCHO QUE CUESTA CONOCER UN PAÍS  

CARTAS DE ESPAÑA BLANCO WHITE  TEXTO

LA CUARTA  TOROS

Aunque se puedan considerar como precedentes lejanos de las Cartas de España las Lettres persannes de Montesquieu o las Cartas Marruecas de Cadalso, lo cierto es que el texto más cercano del que partió Blanco fueron las Letters from England, publicadas a primeros de siglo por Robert Southey, quien en ellas describe y critica su propio país desde la perspectiva de un visitante extranjero, en este caso español. El libro de Southey constituye un demoledor ataque a las consecuencias sociales de la industrialización. Blanco no podía criticar esto en España, país atrasado en el que la revolución industrial aún no había tenido lugar, y por ello el objeto de sus críticas es sobre todo el oscurantismo y la intolerancia del Antiguo Régimen, vivo todavía en España. Hay otras diferencias: Southey escribe exclusivamente para sus compatriotas; Blanco, español, escribe para ingleses. Pero esta diferencia se nos antoja accidental, al menos a la postre, porque tanto el libro de Southey como el de Blanco fueron luego publicados en otros países y leídos por lectores distintos a los primitivos destinatarios de sus primeras ediciones. Y aún puede decirse que los lectores ingleses de Blanco eran, de alguna forma, "como" los españoles del futuro, ese futuro en el que España saldría de su atraso para incorporarse al conjunto de las sociedades burguesas industrializadas. En este sentido, "la pequeña parte de ficción" que contienen las cartas, es decir, el hecho de que el relator sea un sacerdote español que vuelve a España tras una larga estancia en Inglaterra, constituye un recurso algo más que retórico para enfrentar modernidad y atraso, progreso y estancamiento, hogaño y antaño en la terminología de los costumbristas posteriores. Además, este recurso -que va más allá de la mera oposición cronológica- permite superar el cuadro de costumbres estático, meramente descriptivo o evocador, para adentrarse en los terrenos de la toma de conciencia, de la perspectiva histórica general, de la conflictualidad esencial de nuestro siglo XIX, tal como la vieron un Larra o un Galdós.

 (Pero nuestra enfermedad es la más horrible y compleja que jamás haya hecho presa en las entrañas de la sociedad humana. Con algunas de las cualidades más nobles que un pueblo pueda poseer -usted me excusará este involuntario arranque de parcialidad nacional-, estamos peor que degradados, nos encontramos depravados por aquello mismo que debería servir para alimentar y promover todas las virtudes sociales. Nuestros corruptores, nuestros mortales enemigos son la religión y el gobierno".

 

ESTO NEWMAN

la educación es la que confiere al hombre una visión consciente de sus propios
juicios y opiniones, así como la verdad para desarrollarlos, la elocuencia para
expresarlos, y la energía para proponerlos. Le enseña a ver estas cosas tal como
son, a ir derecho al núcleo, a enderezar un nudo de pensamiento, a detectar los
sofismas, y a eliminar lo irrelevante. le prepara para desempeñar cualquier tra-
bajo con altura, y dominar cualquier tema con facilidad. Le muestra cómo aco-
modares a los demás, cómo situarse en su estado de ánimo, y cómo comportarse
con ellos. Se encuentra bien en cualquier tipo de sociedad, posee algo de común
con cualquier clase de hombres, sabe cuándo hablar y cuándo callar, es capaz de
conversar y de escuchar, puede hacer una pregunta pertinente, y aprender una
lección oportuna cuando él no tiene nada que impartir. Se halla siempre dispues

La idea de universidad del cardenal John Henry Newman 347
CAURIENSIA, Vol. X, 2015 – 335-358, ISSN: 1886-4945


to, pero nunca estorba. Es un compañero agradable, y un colega de fiar. sabe
cuándo estar serio y cuándo bromear, y posee un tacto que le permite bromear
con gracia, y estar serio con eficacia

 seguimos a Augusto Franco85, la concepción de educación en Newman
hace referencia a la capacidad del individuo para pensar. Lo prioritario para el
ilustre inglés es la persona. De este modo, la Universidad deberá promover los
aprendizajes que hagan que esta adquiera autonomía en la toma de decisiones y
en su puesta en marcha para la vida. Esto quiere decir que no sólo se le atribuye
a Newman una concepción individualista y del conocimiento por el conoci-
miento, sino que también una función social de la educación. Una función que
la Universidad debe ejercer formando ciudadanos o gentlemen86. En palabras del
propio Newman, un gentleman o caballeo es aquel que:

ES EL LIIBO QUE MÁS ACARICIO OR BELLO 

 DEL CONTENID NO HABLA PORESTAR PLENAMENTE FORMÁNDOSE 

15 DIARIO DE SAM PEPYS   p. 33

NOTA CARTA DE RESPUESTA ENNFADADA  P 50 LO EMLEARÁ COM PAPER D' EMBALAR 

Diario
Samuel Pepys pintado por Sir Godfrey Kneller en 1689

Su diario, escrito entre 1660 y 1669, relata su ascenso social dentro de su cargo en el almirantazgo. Gracias a su talento en la administración y a su duro trabajo, consiguió progresivamente diversos cargos añadidos al de controlador, y se granjeó el favor del Lord del Almirantazgo, el futuro Jacobo II de Inglaterra. Cuando concluye su diario, en 1669, Pepys rememora su pobreza al inicio hasta su situación presente, que le permitía disfrutar de lujos tales como un carruaje propio. A la muerte de Carlos II, Jacobo II nombró a Pepys Secretario Principal del Almirantazgo, el más alto cargo administrativo de esa rama del gobierno. Como Secretario Principal, introdujo una serie de medidas que llevarían a modernizar la administración naval, por medio de la reducción de costes y el aumento de su eficacia; tales medidas se extenderían luego al resto del gobierno británico, y sentarían las bases del moderno Servicio Civil británico. 

Q REPETIT AP 34

LA RUTA DEL PEREGINO  ANTOLOGIA DE QUILLER -COUCH


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